viernes, 23 de noviembre de 2007

BERENGUELA DE NAVARRA. Reina sin reino.

La historia de la reina Berenguela de Navarra, nada tiene que ver con las romanticas leyendas medievales que protagonizó Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, el marido que en gracia o en desgracia le toco a nuestra protagonista en ese azar que suponía las alianzas matrimoniales de la época.


Su primer encuentro se produjo en 1187 durante una justa ofrecida por el padre de esta en Pamplona, y en la que participo Ricardo. Ella era la princesa más bella e inocente de la época, con pasatiempos tan osados como hilar lana y rezar por la expulsión de los moros, mientras que él, era un gallardo y guapisimo príncipe con una conducta sospechosamente disoluta.

Aquella misma noche Ricardo, junto al trovador Blondel de Nesle, dirigió a la joven exaltados versos llamando "famosam pulchritudine et prudentia virginem" (prudente y famosisima virgen), todo un piropo para la época. Pero no pudo pedir la mano en aquel momentos, porque estaba comprometido con la princesa Alicia de Francia, que para rematar todo la historia, se había convertido en la amante de su futuro suegro, el rey Enrique II, con la natural repulsa de su novio y claro esta la madre de este.

Tras la muerte del rey de Inglaterra, ya no había razón para mantener la alianza con la adultera Alicia, así que la madre de Ricardo, Leonor de Aquitania, se apresuro a llegar hasta el reino de Navarra para pedir la mano de la única joven que había conseguido llamar la atención de su hijo.



Que la reina en persona recorriera semejante distancia para solicitar para su hijo la mano de la joven, es un hecho absolutamente extraordinario, y no solo para la época, la mayoría de las alianzas de este tipo se llevaban a cabo por vía diplomatica. Pero si tenemos en cuenta las razones de la reina, todo esfuerzo nos parecería poco, como a ella.

Creía que Berenguela seria la mejor cura para contrarrestar las inclinaciones de Ricardo, que no se rodeaba de jóvenes bardos y trovadores por su pasión por la música y del que decían era "un hombre animado por las pasiones más violentas, que no retrocedía ante ningún deseo." No podemos olvidar que él mismo en las navidades de 1190 hizo confesión publica ante cientos de testigos de su pecado de sodomía.

Además doña Leonor consideraba que el enlace con el reino de Navarra aseguraba la frontera del reino de Aquitania y creaba una alianza frente a los castellanos y franceses.


Tras el acuerdo, ambas partieron a reunirse con Ricardo en Sicilia, a donde llegaron el 31 de marzo de 1191, nada hacia presagiar a Berenguela el triste destino que la esperaba.

Ricardo había vuelto a las andadas y en vez de oficializar rápidamente el matrimonio, prefirió aplazarlo con la débil excusa de que era cuaresma. Así pues, un tanto desconcertada por la actitud del novio, la joven embarco junto a su futura cuñada, Juana, reina viuda de Sicilia, hacia Tierra Santa, siguiendo a la nave de Ricardo, que pretendía unirse a las cruzadas.

Durante el viaje, fueron apresadas por el gobernador bizantino de Chipre Isaac Commeno, que pretendía hacer negocio con ellas. Al enterarse, Ricardo volvió rápidamente a socorrerlas y vengar la ofensa. Una vez liberadas, se decidió a celebrar la boda, el 12 de mayo de 1191. Pero poco dura la alegría para la pobre, rápidamente el rey emprendió el ataque sobre Nicosia, para más tarde partir rumbo a Palestina, dejando a Berenguela en San Juan de Acre junto a su cuñada.

Tras más de quince meses la guerra en Tierra Santa comenzaba a tomar tintes de desgracia, no solo por la peste que asolaba a los combatientes, sino también la descoordinación y la mutua desconfianza de los príncipes cruzados. Por lo que Ricardo se vio forzado a firmar una honrosa paz con Saladino en octubre de 1192 y regresar a Europa, durante la travesía fue apresado por duque de Austria bajo cautiverio permanecio durante un año, mientras la pobre Berenguela lo esperaba en Poitiers.

A su vuelta a Inglaterra, Ricardo se hizo coronar de nuevo en Winchester, tras meter en vereda a su hermano, el famoso Juan Sin Tierra, acompañado de su madre, de la reina, ni siquiera fue invitada.

Totalmente abandonada en Beaufort, la reina solo volvió a reunirse con su fugaz marido en otra ocasión. En 1196 estando en Ruán, Ricardo enfermo gravemente, y temiendo morir decidió renovar la confesión publica que había hecho años antes.

El martes de cuaresma de aquel año, después de recuperarse, organizó otra espectacular ceremonia de constricción, la reveladora penitencia le animaba a que se acostara con su esposa, detalle muy revelador.

Sano de nuevo sus propósitos se quedaron solamente en eso, propósitos y la pareja real no llego a convivir más de doce días durante la navidad ese año, después el más absoluto de los olvidos para la reina de Inglaterra.

No estuvo presenta, porque nadie la aviso, cuando Ricardo falleció en 1199, y solo se vuelve a saber de ella al defenderse de los ataques de su cuñado, que acaba concediéndola la pensión anual que tenia establecida en sus capitulaciones matrimoniales.

Murió en 1230, con sesenta y cinco años, y fue enterrada en la abadía de L'Épau, fundada por ella misma.

La única reina que tuvo el triste honor de no haber pisado nunca suelo británico, firmo hasta el día de su muerte sus cartas y documentos con un magnifico "Berenguela, humilde reina de Inglaterra".

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